Siempre decimos “orgullosos, felices y agradecidos”, porque así es. Hoy añadimos “emocionados”, comunicamos que, en el mismo mes en el que hemos cumplido 18 años, alcanzamos la maravillosa cifra de 500 niños intervenidos quirúrgicamente para que recuperen su salud y su futuro.

De 40 países diferentes, intervenidos en las 11 ciudades españolas en las que trabajamos, o en Expediciones Quirúrgicas a países en vías de desarrollo, o, en algunas ocasiones, cuando ha sido posible, en sus países de origen.

Josep Caleb, de Honduras, 4 años, cardiópata, ha culminado este objetivo.

No podemos estar más satisfechos. Si volvemos la vista atrás y pensamos en aquel 2006 en el que ilusionados comenzábamos a trabajar (sin que se nos pasase por la cabeza, en ningún momento, que algún día alcanzaríamos esta cifra de niños) nos emociona recordar el temor que sentíamos a no saber hacerlo bien, y que nuestros sueños no se convirtiesen en realidad.

Por aquel entonces nos decíamos algo en lo que seguimos creyendo firmemente: Aunque sólo seamos capaces de curar a un niño, todo habrá merecido la pena. Y lo ha hecho 500 veces, ni más ni menos.

Es increíble.

Si rememoramos cada niño, cada familia, cada situación vivida, nos damos cuenta de que detrás de estos niños, hay miles de personas que han colaborado para hacerlo posible y que deseamos mencionar:

Las ONGs, doctores locales, cooperantes, hospitales, que nos han remitido los informes de los niños para valoración médica.

Las familias de los niños, que nos han remitido mensajes desgarradores contándonos sus historias de vida y rogando nuestra ayuda para salvar a sus hijos.

Los doctores españoles, que siempre con cariño y profesionalidad, han estudiado cada caso y han hecho todo lo posible para poder ayudar a los niños.

El personal sanitario que se ha trasladado, siempre como voluntarios, a otros países para operar niños.

Las Consejerías de Sanidad, y hospitales privados, que generosamente han autorizado las cirugías.

Todo el personal, sanitario y no sanitario, que les ha cuidado durante sus ingresos hospitalarios.

Las increíbles familias de acogida que han abierto, con todo su cariño y entrega, sus hogares a niños de otros países y a sus madres.

Los voluntarios y su inmensa labor en las ciudades en las que trabajamos, que han dedicado su tiempo libre para ayudar desinteresadamente a todos los niños que han ido llegando.

A nuestros queridos socios menores de edad, por apoyar con sus recursos a niños que han tenido menos suerte a la hora de nacer.

A las ONGs locales con las que colaboramos en programas de Cooperación al Desarrollo, por su implicación en la ayuda a niños con necesidades médicas y educativas.

A las empresas que han patrocinado nuestra labor, y que lo han hecho con tanta ilusión.

A las personas que han financiado los vuelos de los niños y sus madres, y que han seguido emocionados su evolución.

A los colegios que han organizado actividades con sus alumnos para poder apadrinar los vuelos de algún niño, y que han hecho honor a nuestro lema “Niños que ayudan a niños”.

A los Ayuntamientos, entidades financieras y Fundaciones Privadas que nos han concedido subvenciones.

A los artistas y sus equipos, que han colaborado desinteresadamente y con ilusión, en eventos de recaudación de fondos.

Impresionante cadena de gente buena ayudando a los niños más necesitados.

Sólo podemos decir gracias, una y mil veces, por toda la ayuda recibida, por el amor que siempre hemos sentido hacia nuestros niños y hacia nuestra labor, y desear que os hayáis sentido enriquecidos, como lo hacemos nosotros, porque cuando entregas amor, recibes siempre mucho más de lo que das.

Antoine de Saint- Exupéry lo expresó con mucho acierto: “El amor es lo único que crece cuando se reparte”.

Con orgullo, felicidad, agradecimiento y emoción, un abrazo solidario para cada uno de vosotros.