Cada niño que sanamos entre todos, hace de este mundo un sitio mejor para vivir.

Frank vino en 2007 desde Buyumbura, antigua capital de Burundi, localizada en la orilla nororiental del lago Tanganica.
Llegó a través de una ONG local que trabaja en ese país. Ha sido el único niño con una discapacidad, que hemos traído.
Cuando llegó a España, con 5 años, no podía caminar. Estuvo alojado en casa de Lola, una voluntaria que, junto con otros profesores de la Universidad Politécnica de Madrid, y a raíz de un trabajo que hicieron juntamente con la universidad de Burundi, decidieron ayudar a quien era hijo de un profesor de allí, compañero de trabajo.

Susana nos cuenta

Tal y como nos cuenta Susana, otra de las profesoras que le acogió en Madrid:

“Frank no era capaz de andar y le trajimos a Madrid para que le diagnosticaran. La madre pensaba que era culpa suya porque durante la guerra lo llevaba atado en la espalda para que no corriera peligro (la madre estaba en la guerrilla) y cuando lo puso a andar nunca aprendió. Los médicos temían que tuviera algo degenerativo, pero al estudiarle dijeron que era neurológico. Por alguna malaria o algo que pasara la madre durante el embarazo que le afectó al niño la zona del cerebro que se ocupa de cierta motricidad.

En el Gregorio Marañón, donde lo vio el equipo de neurólogos, nos enseñaron ejercicios para hacer que estimulaban al niño y se los enseñamos a los padres. Devolvimos el niño a Burundi con sus padres y fueron muy constantes con los ejercicios. En menos de tres meses el niño se pudo poner de pie y ha llegado a caminar y yo le llegué a ver hasta correr y jugar al fútbol (a su modo claro).

La cosa luego se fue complicando porque al andar de forma irregular se le iban resintiendo partes del cuerpo, los talones del pie fueron una de las cosas para las que necesitó operación y se la hicieron unos médicos italianos en Burundi. Por aquella época una fisioterapeuta amiga, Silvia, estuvo en Burundi y le trató un tiempo…”

Cariñosa carta de Frank

El otro día, el mismo Frank, ya con 17 años, nos mandó esta cariñosa carta junto con las fotos donde se ve lo mayor que está y lo mucho que ha progresado.

“Querida Susana,

Cuando estaba en España, no me sentía bien. De vez en cuando tenía frío y calor. Tuve algunos dolores en algunas partes de mi cuerpo. No caminaba, pero el buen DIOS me honró dándome la fuerza para caminar. El día que salí de España, mi padre me obligó a hacer ejercicios serios y ahora, hoy, voy a la escuela y estudio bien (el próximo año estaré en sexto). Puedo escribir y leer, solo siento algunos dolores en mi pierna y mi brazo derechos. Mi cabeza está bien, sin dolor; También tengo dolor de rodilla cuando estoy de pie (no puedo estar de pie). No sé si puede ayudarme a tener una atención más seria en Europa o en otros lugares para poder abrazarme mejor cuando estoy de pie. Mi pierna fue operada en Burundi, en el Hospital Kiremba, para enderezar el pie, aunque no resultó. Pero, de todos modos, gracias por el servicio que me brindaron cuando estaba en casa. Saludo a todos los demás por ayudarme; por mi parte digo muchas gracias, que DIOS te bendiga.
Frank”

Un chico maravilloso, agradecido y que valora lo que ha mejorado a pesar de que sigue teniendo dolores y dificultades motrices… menudo ejemplo para los que estamos aquí. ¡Cómo nos ayuda, ayudar a los demás!