Esto de dedicar nuestras vidas a ayudar a los más necesitados es una cuestión de decisiones éticas vitales que para los que las tomamos significan un antes y un después en nuestras vidas.

Se trata simplemente de considerarnos hermanados con la Humanidad. De nuestro convencimiento racional de que cualquiera de los niños a los que ayudamos podría ser uno de nuestros hijos. Se trata de paliar la fragilidad y sujetar el desamparo de los que no tienen capacidad de supervivencia por sí mismos.

Es una decisión muy sencilla que no deja ser un simple acto de AMOR hacia todos los humanos, auto-limitándonos por cuestión de recursos a los niños. Ojalá pudiésemos hacer mucho más.

A veces se nos recrimina que publiquemos fotos de niños recién operados porque pueden herir la sensibilidad de las que las vean. Para nosotros esas fotografías son sinónimo de éxito en nuestro compromiso. De esperanza. De futuros devueltos. Son imágenes de ilusión, de trabajo en equipo de muchas personas buenas, de felicidad de unos padres inmensamente agradecidos, de anhelos de seguir viviendo, de plena satisfacción por haber conseguido mejorar el mundo a través de un mundo.

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